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Historia, Política, Economía, Educación, Salud, Agricultura, Medio Ambiente, Derechos Humanos, Leyes, Deportes, Comunidades, Ciencia-Tecnología, Infancia, Juventud, Tercera Edad, Problemas Sociales, Diversión, Turismo, Cultura (música, pintura, teatro), etc.


martes, 15 de junio de 2010

¡ESTUDIANTE! Tu grito rampante no calle


Por: Luis Nieves Falcón, Ph.D. 
Profesor Emeritus  Recinto de Río Piedras 
Universidad de Puerto Rico 

 INTRODUCCIÓN:

Las palabras claras y firmes saltan a nuestro encuentro. Las caras de imágenes  renacidas son un brote de esperanza. ¿Quiénes son estos hombres y mujeres  arropados de sabiduría y cultura no esperada, no vaticinada, en esta juventud de  antepasados presentes? Me echo a caminar para ir a su encuentro. Recorro los  campamentos de estudiantes del Recinto de Río Piedras. Son personas de todas las  ideologías. De todas las religiones. De todos los niveles sociales. Han dejado de  lado los casilleros ideológicos tradicionales en los cuales se mete a la gente para  hacer realidad, en ese pequeño cosmo del campamento, una democracia participativa  la cual es difícil de viabilizar pero no imposible de realizar. Una democracia  viva la cual deja a un lado el liderazgo unipersonal y carismático. No son mesías.  Son compañeros y compañeras embarcados en su objetivo común el cual rechaza el  figureo y el oportunismo. 

Son personas que hacen materialmente posible, palpable, el respeto mutuo;  borran las diferencias de género, de raza y origen social en la interacción cotidiana;  y, sacrifican la comodidad del hogar a favor de los principios en los cuales creen.  Muchos de ellos llevaban 30 días alejados de sus hogares. Alejados de la habitación  confortable y el aire acondicionado. Durmiendo sobre el piso raso. Sin facilidades  de agua corriente ni las modernas facilidades sanitarias. Sin la regularidad  de las comidas calientes rutinarias. Sin las diversiones a las que nuestra juventud  está acostumbrada. El suyo, es un acto de sacrificio material revelador de que hay  remedio a la situación de desgobierno reinante en Puerto Rico. Es un acto de  dación el cual no sólo se impone al pesimismo generalizado que prevalece al  momento sino que, además, levanta el espíritu público de Puerto Rico. 

En esos campamentos, en esos centros donde la dignidad y el respeto han  sido recuperados, me regodeo con gusto. Disfruto plenamente el cariño fraternal  revelador de que la diferencia de edad y el cariño no son incompatibles. En ese  compartir de la conversación pareja, sin ordenamiento jerárquico, no se escapa el  hecho de que en esta gestión contestataria de los estudiantes están en juego dos  visiones opuestas de la universidad y de su misión esencial en la sociedad puertorriqueña. 

VISIONES DE LA UNIVERSIDAD 

La concepción originaria de la Universidad es la de que su función principal  no es sólo la de preparar profesionales competentes, cualificados para ganarse la  vida sino, además, la de crear ciudadanos libres con sentido de responsabilidad  social. En consecuencia, estudiar no sólo significa el conocimiento de las distintas  disciplinas sino, también, el aprendizaje de la convivencia y del sentido democrático  de la sociedad. Dicho sentido democrático envuelve, por un lado, el estímulo  del sentido de la creación en sus diferentes vertientes; y, el sentido crítico  para cuestionar las realidades aparentes a fin de conocer las realidades verdaderas.  Implica, adicionalmente, el desarrollo de la tolerancia hacia las ideas ajenas  y el respeto hacia los que las defienden. De hecho, la posición democrática por  excelencia es la defensa del derecho a exponer las ideas ajenas aunque no se  compartan las mismas. 

En la década de los años sesenta, un grupo de profesores del Recinto de Río  Piedras, al referirse a los objetivos de la Universidad, concluía: “…una universidad  lo que debe es tratar de formar hombres, ciudadanos en el sentido amplio de la  palabra, con mayúscula, no sencillamente ofrecerle una serie de tecnicismos, sino  formarles también en su carácter, hacerlos hombres de bien, cultivar el espíritu  mediante el desarrollo de la sensibilidad estética, moral, darle conciencia de su  puesto dentro de su propia cultura y la relación de esa cultura con las otras….”1 

Ellos justifican la validez de estos objetivos aduciendo que la formación del individuo  tiene que hacer hincapié en valores que no sean estrictamente materiales, que  creen conciencia de los aspectos más significativos y definitorios de la persona  humana y que, por lo tanto, contribuyan a hacerlo un ciudadano más útil a la  comunidad. Advierten contra la tendencia a perseguir sólo la preparación del  estudiante en aspectos materiales particulares, porque “se pierde la posibilidad de  desarrollar el espíritu altruista” y de establecer el adecuado balance entre bienes  prácticos, espirituales y materiales.2 

A tono con esa visión anterior, el saber que se enseña en la Universidad debe  ser un saber vivo, que ayude al estudiante a ver con mayor claridad los problemas  de su país y su tiempo para que pueda lidiar mejor con ellos cuando llegue el  momento de intervenir de modo activo en la vida pública.3 Este modo de pensar  significa, adicionalmente, que la Universidad como institución no es un organismo  aislado sino uno vinculado a los problemas de su tiempo por lo cual no puede vivir  desvinculado de los acontecimientos históricos y de lo que pasa a su alrededor. 

Despojar a la Universidad de ese aspecto social para reducirla meramente al  aspecto profesional es despojarla de su espíritu y de su función esencial en una  democracia que es formar ciudadanos aptos y libres.4 



La otra visión de la Universidad está altamente influenciada por el surgimiento  del neoliberalismo. Enfoca un concepto de la Universidad con carácter  predominantemente mercantil. El mismo considera que el proyecto fundamental  de la Universidad es la producción de profesionales de servicios para el estado  mismo o para el mercado privado. Aquellos que sostienen esta visión ven a la  Universidad algo así como una escuela elemental donde no debe permitirse el  peligroso vicio de pensar y mucho menos el aún más peligroso de decir lo que se  piensa cuando es contrario al sentir de las mayorías. Mira a los estudiantes y a los  profesores como actores a los que sólo debe permitirse una función pasiva.5 De ahí,  que la toma de decisiones “…se hace mediante una lógica utilitaria de mercado,  con un enfoque y apoyo institucional exclusivo a ‘lo rentable’ y de la misma se excluye a estudiantes y profesores.”6 La administración de la Universidad se equipara  a la de una corporación privada y todo el proceso está enmarcado en un alto  contenido de paternalismo hacia estudiantes y profesores. Esta visión, equipara el  concepto de democracia con el de conformismo. Promueve la posición de guardar  silencio cuando no se está de acuerdo con la mayoría. Desalienta la libertad de  expresión. Señala al inconforme y al disidente como una amenaza, un perturbador  del orden social; como un traidor. Para este sector la anti-universidad es la verdadera  Universidad. Al entre juego de estas dos visiones contradictorias responden  de manera diferenciada los actores principales de la vida universitaria: los estudiantes,  los profesores y la administración. 

EL PAPEL DE LOS ESTUDIANTES, LOS PROFESORES Y LA  ADMINISTRACIÓN EN LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO. 

En los grandes episodios contestarios sobre la función de la Universidad en  Puerto Rico los estudiantes siempre han sido el objeto principal de los ataques de  la administración. Ello se debe, en gran medida, porque los educandos se han  desviado del rol pasivo que se les adscribe en la vida universitaria. A partir de la  huelga de 1948 se les priva de todos sus derechos humanos incluyendo el derecho a  la libre expresión y el derecho de reunión. En el Recinto de Río Piedras su  situación se describe, por muchos años, de la forma siguiente: “A los estudiantes se  les trata como ‘niños grandes’ que han perdido su ‘bobo’, su chupeta. Son elementos  a los cuales se les puede escuchar sin hacerles mucho caso y dejando claramente  establecido el poder del adulto de pensar por ellos y trazar las decisiones  que más les convienen. Por eso, se les hacen concesiones más que reconocimientos  de los derechos que legítimamente les corresponden como ciudadanos…”7 Cuando  se desvían de este rol de inferioridad en el cual se les coloca deberán enfrentarse a  la caracterización negativa y al aparato represivo del estado a los fines de asegurar  su conformidad. 

La Universidad, de manera persistente, ha mostrado poco aprecio por el  claustro de profesores “…que ha contado y cuenta con seres ejemplares en el hermoso y noble arte de enseñar”.8 El resultado es una universidad que no tiene  conciencia plena del valor del profesor, ni enaltece su función. Por consiguiente,  “…adolece de una falla vital, carece de uno de los elementos imprescindibles para  ser una verdadera universidad, para que no quede reducida a un conglomerado de  gente cuya preocupación principal es dar o ganar diplomas”.9 La desvaloración de  los profesores lleva a su exclusión de los procesos decisionales importantes. La  tendencia es a reducir cada vez más esa participación insuficiente conjuntamente  con un peso cada vez menor de los criterios académicos en esas decisiones importantes. 

La desvaloración de la función de los profesores explica las condiciones intolerables  de sus condiciones de trabajo y salariales las cuales no se tienen en consideración  cuando se afirma, de manera demagógica, que en términos económicos  constituyen un sector privilegiado. 

La junta de síndicos, el presidente, los rectores y los decanos constituyen la  administración de la Universidad. Esto equivale a decir que constituyen la estructura  de poder en la Universidad. Dentro de ese cuerpo el poder hegemónico  descansa en la Junta de Síndicos. Ésta, permea en una forma u otra cada una de  las actividades académicas de los estudiantes y profesores y la vida profesional de  cada claustral. Ese poder administrativo lo constituyen personas que ocupan sus  puestos en función de prebendas políticas más que por su erudición o su contribución  al conocimiento. De hecho, “…consterna… ver cómo, con demasiada frecuencia,  el alto liderato universitario carece de la proyección intelectual necesaria para  legitimizarse como autoridades de una institución académica”.10 Además,  “…distinto a tantos lugares del mundo en donde los nombramientos de las altas  autoridades universitarias se fundamentan en criterios autónomos de mérito  académico, talento administrativo y experiencia institucional, en Puerto Rico estos  puestos han sido concebidos como una suerte de remuneración personal para  aquellos que han demostrado su lealtad al partido de turno en el poder. Son  criterios políticos y no académicos los que han tendido a primar a la hora de hacer  estos nombramientos…”11 Es por ello, que en dicho cuerpo “… los saberes sobre educación superior – sus propósitos, sus fines, sus problemas y sus interconexiones  vitales – brillan por su ausencia y donde lo que más abunda es el juego político”.12  Desgraciadamente es un juego político que tiene poder efectivo, poder real, que  restringe y coarta la potencialidad creadora de la universidad porque esa creación  y remirar del mundo y de las cosas amenaza, real o imaginariamente, la autoridad  absoluta de los intereses que dicha Junta de Síndicos representa. Esto explica el  proceder de los dirigentes universitarios el cual delata que su ideal “…no es formar  personas libres sino conformistas; es no tener profesores que den ejemplo de  democracia viva; es tener estudiantes que no se atrevan a preguntar y profesores  que no puedan contestar…”13 Su gestión no es la de facilitar al máximo el  desarrollo de los procesos educativos universitarios. Su gestión es la de entorpecer  la discusión libre de los problemas controversiales del momento. Por eso, cada vez  que surge un problema o se vive un período crítico en vez de analizar la situación  para buscarle remedio, alarman a la comunidad clamando venganza y pidiendo la  supresión de los derechos fundamentales de quienes se han atrevido a expresarse  públicamente. Es una pataleta sonada a los fines de justificar sus medidas represivas.  De ahí, “…la intransigencia de la presente administración universitaria, su  negación a la negociación sostenida y paciente”.14 Esa conducta no se ajusta al  diálogo correspondiente al mundo académico de la universidad. Corresponde, más  bien, a la instrumentación rápida, ajorada, y sin espacio suficiente para la discusión  sosegada y la ponderación respetuosa de posiciones diferentes. Ello es característico  del designio político más bien que del entorno universitario. 

En conclusión, a nivel de recintos encontramos que los elementos legítimos  de la Universidad, los estudiantes y los profesores, tienen muy poco que decir sobre  su objeto, gobierno y función académica. La estructura de poder es una de carácter  invertido y queda distribuida entre una elite administrativa que aunque escasa en  cantidad es grande en poder efectivo. 

EL RECLAMO DE LOS ESTUDIANTES Y LA POSICIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN. 

Las peticiones de los estudiantes quedan enmarcadas en una realidad social  la cual genera, desde afuera, fuerzas de carácter coercitivo sobre la Universidad.  Son presiones sociales ligadas al liderazgo político en el poder, pero los mismos no  se expresan claramente de manera pública aunque todo el mundo conoce de su  existencia. Para la década del ochenta estas fuerzas encubiertas se describían  “…como un intento por destruir varias instituciones, entre éstas la Universidad”.  Se afirma, entonces, que “…el intento de destrucción de estas instituciones es un  premeditado y persistente ataque a lo puertorriqueño”.15 Dicho esfuerzo se afirma  que es “…dirigido por un grupo de administradores dominados por la ideología del  partido colonial en el poder, una entidad que demuestra desconocimiento de la  inteligencia, falta de amor al saber y temor a la libertad”.16 La estrategia se  concibe como parte de una más amplia para acelerar los procesos de asimilación  que promuevan la estadidad para Puerto Rico. 

En el 2010, la agenda encubierta se revela así: “Estamos convencidos que  las situaciones que enfrentamos los profesores y que enfrentan los estudiantes  forman parte de una misma situación: el desmantelamiento del proyecto de  universidad pública que encarna la Universidad de Puerto Rico tal y como la  conocemos”.17 Se refiere a la estrategia neoliberal del momento para sustituir la  visión de la Universidad de “…un lugar de pensamiento, generación de conocimiento  libre, crítico y distinto al avalado por las dinámicas del mercado”.18 O sea,  un modelo principalmente de carácter mercantil que cuestiona la continuidad del  compromiso social de la Universidad con el país y recalca como propósito fundamental la producción de profesionales de servicio. Algunos profesores estiman que “…una universidad que se fija esas metas como principio fundamental y sólo crea  programas académicos con ese fin, es una estafa”.19 Aunque los objetivos para el  ataque a la Universidad parecieran ser distintos en las dos épocas mencionadas se  nota que el fin es el mismo: transformar el carácter esencial de la universidad que  existe al momento. 

¿Cuáles son esas peticiones que los estudiantes se atreven a demandar  públicamente y a defender con tanto calor? 1) El compromiso para que se  mantenga el carácter público de la Universidad a los fines de asegurar que la  misma esté accesible para todos incluyendo aquellos que provienen de los sectores  económicamente más desventajados 2) La derogación de la Certificación 98 la cual  elimina las exenciones de matrícula para los estudiantes de talento en las artes, los  deportes, la academia y los que reciben las becas federales Pell. 3) El acceso a los  libros de contabilidad de la institución y documentos fiscales relacionados a los  fines de que la comunidad universitaria pueda conocer la realidad fiscal de la  Universidad y el carácter de su alegado déficit presupuestario de cerca de 200  millones de dólares 4) El compromiso de no reducir el presupuesto universitario  5) El compromiso de no aumentar la matrícula sin antes haber considerado otras  alternativas para generar ingresos como lo es el cobro de las deudas a favor de la  Universidad y, finalmente, 6) El compromiso de no implantar represalias en  contra del estudiantado. 

¿Cuál ha sido la posición de la administración ante estos reclamos de los  estudiantes? La posición inicial ha sido la de un rechazo total el cual descansa en  la premisa de que sólo ellos tienen el poder para establecer las pautas normativas.  Sin embargo, el análisis del comportamiento de la Junta de Síndicos y los otros  miembros de la administración revela contradicciones más profundas. En cuanto  al carácter público de la educación universitaria el Gobernador sostiene que ésta es  un privilegio y no un derecho como sostienen los estudiantes. La posición de la  Junta de Síndicos al hacerse eco de la posición del Gobernador olvida que “…no  hay intervención ciudadana democráticamente efectiva sin el desarrollo de un  pensamiento y una sensibilidad críticas y creativas que nos ayude a debatir de  forma sustancial las realidades del país y sus posibilidades …el ser estudiante de  un sistema de educación pública lejos de ser un privilegio, es una instancia formativa  socialmente necesaria para el sostenimiento de una sociedad verdaderamente  ágil y democrática”.20 La eliminación del carácter público de la Universidad  lo que realmente produce es un ensanchamiento de las diferencias sociales que existen en Puerto Rico y esconde el predominio de un pensamiento autoritario el  cual “…teme al pensamiento crítico y pretende erosionarlo; sólo la mediocridad  conformista teme a los riesgos de una disposición creativa ampliamente diseminada”. 21 

La derogación de la Certificación 98, que elimina prácticamente la exención  de matrícula, y la demanda de un compromiso para no aumentar la matrícula  reflejan la resistencia de los estudiantes a una estrategia de cálculos simplistas por  parte de la Junta de Síndicos la cual no resuelve la generación de ingresos para  enfrentar el déficit presupuestario. La eliminación de las exenciones de matrícula  y el aumento de matrícula es una decisión de fácil implementación la cual no tiene  en consideración el impacto económico sobre los estudiantes ni tampoco tiene en  consideración el impacto limitado de la misma sobre el déficit presupuestario. Sin  embargo, la Administración se ha negado a examinar con seriedad las  recomendaciones de los estudiantes para frenar la crisis económica de la Universidad  sin recortar servicios claves para su funcionamiento, sin eliminar las exenciones  de matrícula y sin imponer nuevas alzas a los costos de la matrícula. Una  de dichas recomendaciones es un plan agresivo para recobrar las deudas a favor de  la Universidad. La omisión para considerar las recomendaciones de los estudiantes  parece develar la indisposición de la Administración para considerar ideas de  quienes considera inferiores; su interés en postergar la situación de conflicto a los  fines de poner en marcha una estrategia de mayor represión en contra de los  estudiantes. La negativa de la Junta de Síndicos de darle acceso a los estudiantes  a los libros de contabilidad y los documentos fiscales relacionados no tiene justificación alguna. Son documentos públicos. La negativa sólo puede entenderse  como un esfuerzo por encubrir el uso real de los dineros de la Universidad y de los  procesos económicos que llevaron al déficit extraordinario que la institución tiene  al momento. 

Al reclamar del Estado que deje sin efecto el recorte presupuestario que se le  impone a la Universidad, los estudiantes están respondiendo a “…la reducción deliberada profunda y sin precedente”22 que ha sufrido el presupuesto de la Universidad de Puerto Rico. Ésta no es equivalente a una corporación que produce  bienes materiales. Es por ello que recortar de esa forma drástica el presupuesto de  la Universidad, del primer centro docente del país “…sin explorar otras  alternativas es el camino más rápido para debilitar un proyecto absolutamente  necesario para nuestra democracia y existencia social, asentado en una tradición  de prácticas y luchas de libertad crítica insustituibles que ya datan de más de un  siglo. No es una institución prescindible o reemplazable. Es el lugar en donde  generaciones de puertorriqueños/as han aprendido a pensar y sobre el que se  levantaron los impulsos decisivos de nuestra modernidad”.23 

Finalmente, el reclamo de un compromiso de no implantar represalias  contra el estudiantado, de no implantar una acción revanchista por ejercer su  derecho legítimo a la libre expresión, es una petición justa rechazada por la  Administración. Es una petición razonable al tener en consideración el espíritu de  venganza históricamente asumido por la administración en contra de los estudiantes.  Ha sido un esfuerzo vil por removerlos de la comunidad estudiantil y,  asimismo, de la historia de las luchas estudiantiles. Todavía quedan claros los  atropellos administrativos y judiciales del 48, del 70, del 81 y del 2010 que nos ha  tocado vivir. Hay que detener el abuso que se esconde al amparo de los  reglamentos y de la justicia que deja de serlo por su complicidad con el resto de la  estructura represiva del Estado. Hay que asegurar que de aquellos estudiantes del  pasado y éstos que nos acompañan existe una memoria de sol y un sonido de  valiente. 

LAS ESTRATEGIAS DE LOS ESTUDIANTES Y DE LA ADMINISTRACIÓN. 

Las estrategias de los estudiantes tienen su origen y principio en la convicción  de que es posible crear una universidad que rebase las constricciones materialistas  e individualistas que crecen de manera desmedida al amparo del mundo  oficial. Uno interesado en adelantar sus intereses personales y que deja de lado la  grave desigualdad social y económica que prevalece en el país. Los estudiantes están firmemente convencidos de que el ambiente universitario es esencial para el  desarrollo de una persona nueva la cual se apasiona ante el conocimiento, ante la  posibilidad de inventar y crear cosas diferentes, riesgosas, contestatarias de lo  establecido y para quienes las periocidades formales, la calificación y el índice  académico constituyen órdenes de importancia secundaria. Un estudiante que  realiza su tarea de aprender y buscar el conocimiento no sólo en el aula de clases y  en la biblioteca, sino en el conjunto de experiencias vitales que le provee la vida de  estudiante. Una persona que reclama de sus profesores la mejor calidad posible en  la enseñanza; y que está consciente de su responsabilidad social con el país. Por  eso, espera que sea un estudiante de probada integridad intelectual, que no vacila  en tomar posiciones y defenderlas porque es, antes que nada, un ser  principalmente responsable a su propia conciencia; al destino que como hombres y  mujeres libres ellos mismos se han trazado. 

La confianza en las posibilidades infinitas del ser humano le ha permitido a  los estudiantes realizar la universidad de ensueños en los propios campamentos.  Desarrollan al máximo el concepto de democracia participativa donde el respeto  personal y el respeto a las diferencias se convierte en la norma que lleva al predominio del consenso en la toma de decisiones. Es un consenso avalado por la  diversidad de actividades emergentes de los diferentes campamentos: veladas literarias, discusión de libros, expresiones artísticas, conciertos, etc. Todo organizado  y calendarizado bajo un sistema de disciplina de promoción propia. En ese proceso  interactivo quedan fuera los líderes jerárquicos ya que cada cual es participante  activo del liderazgo y cada estudiante se considera un actor activo de la historia  dinámica que se desarrolla cada día. Quedan fuera también los oportunismos  externos. Ante el problema de su insuficiencia económica frente a los recursos  públicos que se apropia la administración los estudiantes recurren a la nueva  tecnología para romper las vallas de aislamiento creadas por la administración. Su  voz llega a todo el país. No hay mentira de la administración que en minutos no  sea descalificada por los estudiantes. El desarrollo casi al instante de pequeños  documentales testimoniando su trabajo les permite difundir sus ideas de forma no disponible a los movimientos estudiantiles anteriores. Nunca antes el carácter  intelectual de la Universidad pudo mostrarse de manera tan extendida. Nunca  antes la posición contestataria de los estudiantes recibió tanto respaldo de los  propios padres y de las mujeres y los hombres puertorriqueños fuera de los  portones de la Universidad. Sin embargo, la posibilidad del desarrollo de esa  universidad viva, de la realización de que es posible romper con el sentido de  impotencia que vive Puerto Rico queda cotidianamente amenazada por una  administración enemiga de la esperanza. Es una administración, ajena a la  Universidad, que ya no oculta su desesperación por traer en su auxilio la fuerza de  choque -oscura canción del paleolítico / ¡cromagñón, bestia, asesinos! – para la  devastación total. Los estudiantes esperan. Listos para enfrentarlos con la resistencia  pacífica. 

La estrategia de la administración, en particular la Junta de Síndicos y el  Presidente de la Universidad de Puerto Rico, se caracteriza por el doble juego  verbal, la persecución de los estudiantes y la difamación. Ante la ausencia de  elementos intelectuales que le permitan legitimarse como autoridades de una  institución académica la Administración recurre a una política anti-universitaria,  de juego sucio, en su trato con los estudiantes. Uno de los puntales de esta estrategia  es el doble juego verbal: decir una cosa para el consumo público y actuar  directamente en contra de lo dicho. Es así que se convoca al diálogo pero la convocatoria es esencialmente de carácter espúreo porque lo que se pretende es forzar  una conversación en función de los criterios establecidos por la Administración. No  son reglas acordadas por mutuo acuerdo. La insistencia de los estudiantes en  acordar unas reglas de juego mutuamente aceptadas provoca la dilación. Dicha  convocatoria de diálogo se complica porque la administración le informa a los  dialogantes estudiantiles que ha radicado en su contra órdenes de arresto. Es un  intento burdo por obligarlos a dialogar bajo un estado de intimidación. Todo lo  cual da la impresión de que la Administración lo que desea es dilatar el asunto en  un esfuerzo claro por debilitar la resistencia estudiantil. Otro ejemplo claro de esto  se da durante los últimos días cuando el Gobernador nombra un mediador para entender en el conflicto sin tener en consideración la opinión de los estudiantes.  Viola intencionalmente el principio de que el mediador es “una persona seleccionada  por las partes en conflicto”. Es un juego retórico cubierto de mentira ya que  al hacer el nombramiento el Gobernador omite decir que la selección ha sido su  selección personal no la de las dos partes en conflicto. 

La otra parte de la estrategia administrativa es la persecución sistemática,  de orden casi revanchista, contra los estudiantes, en particular los que han sido  escogidos como sus representantes. Esta persecución tiene tres aspectos: de  naturaleza económica, policial, y judicial. 

La estrategia económica de la persecución se sustenta en el hecho de que la  mayoría de los estudiantes proviene de familias de ingresos bajos y la eliminación  de la exención o el aumento de la matrícula representa un rudo golpe al ingreso  familiar. Es una canallada usar dicho recurso para forzar a los estudiantes a que  asuman la mayor responsabilidad en reponer el déficit presupuestario creado por  la incompetencia de los propios administradores. El prejuicio en contra de los  estudiantes se hace obvio porque no hay un esfuerzo por reducir los altos salarios  de los administradores ni recortar la extensa burocracia administrativa. 

El aparato represivo del estado se ha convertido en un aliado de la Administración.  Ésta dispone de los efectivos policiales, particularmente la fuerza de  choque, para asegurar el cumplimiento de su política anti-estudiantil. Es así que  al otro día de que los estudiantes ratificaron por mayoría la continuación de la  huelga la fuerza de choque amaneció rodeando todos los portones y cercando a los  más de 300 estudiantes en el interior de las barricadas. Asimismo, el superintendente  de la policía José Figueroa Sancha, con la venia de las autoridades  universitarias, emitió una orden prohibiendo la entrada de víveres y agua al  Recinto de Río Piedras. Dicho comportamiento es violatorio de los derechos  humanos que explícitamente constituyen la negación de alimentos y agua a un  antagonista, aún en situaciones de guerra, un crimen en contra de la humanidad.  Es ese mismo Superintendente de la Policía, el socorrista de la administración, el  que ordena y sanciona el maltrato desmedido contra los estudiantes en la protesta pacífica que se llevó a cabo en el vestíbulo del Hotel Sheraton. El país se dio  cuenta de esa brutalidad en el video que circuló mostrando a cuatro miembros de  la fuerza de choque macaneando, pateando, dando descargas eléctricas de pistolas  Taser a un estudiante indefenso al que tenían inmovilizado en el suelo. El  Superintendente de la Policía catalogó de héroes a estos policías abusadores  trayendo a la memoria la misma catalogación pública de los asesinos del Cerro  Maravilla que en aquella ocasión hiciera Romero Barceló. 

La estrategia anti-estudiantil de la Junta de Síndicos y sus colaboradores  oficiales termina con la difamación expresa de los estudiantes a quienes se le han  aplicado toda clase de epítetos negativos remachados en una costosa campaña de  medios sufragados con recursos de una institución que tiene a su haber un déficit  de 200 millones de dólares. El centro de dicha campaña lo constituyen la mentira y  la difamación de los estudiantes. Queda claro que esta campaña de la Junta de  Síndicos en contra de los estudiantes refleja claramente su incapacidad para  dirigir la institución y su ausencia de moralidad al compararla con el discurso  inclusivo, amplio y conciliatorio de los estudiantes. 

A modo de recapitulación 

El análisis testimonial de la huelga universitaria de 2010 deja claramente  establecido lo siguiente con respecto a la Administración de la Universidad: 

• Su falta de compromiso con la Universidad la cual subordinan a los  intereses políticos a los cuales sirve.  • Su demostración arrogante del poder, en ausencia de criterios objetivos,  para justificar sus comportamientos.  • Su clara disposición a no resolver la situación y dilatarla a los fines de poder  perseguir y victimizar a los estudiantes.  • Su violación intencional de los derechos humanos de los estudiantes. 

Los estudiantes se han caracterizado por: 

• El rescate de la genuina misión de la Universidad.  • El respeto a la persona y a las ideas divergentes destacada en su práctica de  la democracia participativa.  • El valor demostrado en la defensa de los principios en los cuales creen.  • La creación revelada en la búsqueda de soluciones a los problemas encontrados  como lo es el uso imaginativo de la tecnología y la preparación de  mini-documentales para difundir sus ideas.  • Su confianza en las posibilidades del ser humano para afianzar los valores  de la dignidad, la libertad, la justicia y la paz.  • La firmeza de sus principios ante la intimidación, el hostigamiento y la  persecución.

No hay duda de que los estudiantes de la Universidad han abierto nuevamente  la ventana de la esperanza para Puerto Rico. Para los que los difamaron, pido  castigo. Para los que dieron la orden de que los macanearan, los patearan y los  vejaran, pido castigo. Para los que llevaron a cabo las órdenes del maltrato, pido  castigo. Para los que defendieron el abuso y el maltrato, pido castigo. Para los que  ascendieron a causa de su sufrimiento, pido castigo. Para los que quieren ahogar  el pensamiento libre les digo, NO PODRÁN. NO PODRÁN, PORQUE LA  PALABRA DE LOS ESTUDIANTES ESTÁ VIVA, SU CORAZÓN LIBRE Y SU  GESTA UNA MEMORIA DE SOL Y UN SONIDO DE VALIENTE. 

NOTAS 

1 Luis Nieves Falcón, Diagnóstico de Puerto Rico, San Juan: Editorial Edil, 1970, pág. 168. 

2 Ibid., pág. 169. 

3 Nilita Vientós Gastón, Indice Cultural, Tomo IV: 1961-1967, Río Piedras: Editorial Universitaria, 1971, pág. 12. 

4 Ibid. 

5 Nilita Vientós Gastón, Indice Cultural, Tomo VI: 1967-1968, Río Piedras: Editorial Universitaria, 2003, págs. 13-14. 

6 Manifiesto de los Docentes del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, 23 de mayo de 2010, pág. 11. 

7 Luis Nieves Falcón, op. cit., pág. 205. 

8 Nilita Vientós Gastón, Tomo VI, op. cit., pág. 12. 

9 Ibid., págs. 12-13. 

10 Declaración de académicos y académicas puertorriqueños en los Estados Unidos sobre el actual conflicto en la Universidad de Puerto Rico, s. f., pág. 4. 

11 Ibid. 

12 Luis Nieves Falcón, op. cit., pág. 203. 

13 Nilita Vientós Gastón, Indice Cultural, Tomo V: 1963-1966, Río Piedras: Editorial Universitaria, 1984, pág. 199. 

14 Declaración de académicos… op. cit., pág. 4. 

15 Nilita Vientós Gastón, Tomo VI, op. cit., págs. 213-214. 

16 Ibid. 

17 Manifiesto… op. cit., pág. 3. 

18 Ibid., pág 1. 

19 Marcelino Canino Delgado, La Universidad de Puerto Rico, 2 de junio de 2010, pág. 2. 

20 Declaración de académicos… op. cit., pág. 2. 

21 Ibid., pág. 3. 

22 Manifiesto… op. cit., pág. 1. 

23 Declaración de académicos… op. cit., pág. 3. 

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