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Boricua 740, donde el buen periodismo cuenta

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Se ofrecerá un espacio radial diverso, informativo, y participativo.

Entrevistas y paneles de discusión dinámicos y entretenidos con figuras destacadas en el ámbito político, económico, social, ambiental, cultural, comunitario y deportivo, entre otras áreas.

Características:

Análisis de las noticias del día con expertos del tema y la participación activa del público radio escucha para reaccionar a la actualidad noticiosa y al tema en discusión.

Producir reportajes especiales, encuestas o sondeos de opinión.

Temas:

Historia, Política, Economía, Educación, Salud, Agricultura, Medio Ambiente, Derechos Humanos, Leyes, Deportes, Comunidades, Ciencia-Tecnología, Infancia, Juventud, Tercera Edad, Problemas Sociales, Diversión, Turismo, Cultura (música, pintura, teatro), etc.


domingo, 20 de junio de 2010

Pasión


Mayra Montero 

Antes que llegue el lunes

Que haya canales de televisión que todavía se atrevan a poner, encima de las escenas de asesinato por violencia machista, un letrerito que lee: “Crimen Pasional”, es una vergüenza que ameritaría el despido del redactor, del director de Noticias y del jefe del canal. Los tres a la calle por ignorantes, y por perpetuar los tópicos que tanto daño hacen a la mujer.

Pero ahí no para la cosa. Una reportera de ese mismo canal, o de otro que está al lado, se atrevió a repetirlo con su boca pintada: “El incidente fue catalogado como uno pasional”. Así dijo, y me pregunté qué tiene en la cabeza, dónde ha estado viviendo todos estos años.

Es que yo creo que ya ni los propios agresores se atreven a decir que sus ataques son pasionales. Es una categoría tan anticuada y enfermiza, y se ha insistido tanto en que se trata de una frase peligrosa, que sólo logra enmascarar el delito y darle un toque sensiblero, que resulta inconcebible que haya gente del mundo noticioso que la siga usando.

Mientras los medios les den cuerda a esos conceptos en que los agresores pueden proyectarse como valedores del honor y la pasión, estamos fritos. O fritas. Las mujeres escaldadas dos veces, primero por los energúmenos, y luego por los brillantes cerebros mediáticos que no se atreven a usar la frase violencia de género (a algunos habría que explicarles lo que es género), ni mucho menos violencia machista. Esto último les suena radical. Demasiado radical. No hay un solo canal de la televisión local que se refiera a la violencia machista. Como mucho, dicen doméstica, lo que de paso incluye al gato.

Y machista es mil veces. Una mujer policía es acribillada en un bar-colmado de Aguadilla. El crimen lo comete su ex pareja, un guardia penal al que parece que no le importa mucho pasar al otro lado de la reja: total, conoce al personal, la comida, la rutina diaria. Según relata un antiguo vecino del agresor, a éste “no le gustaban las juntillas”, en referencia a las amistades con las que compartía su ex pareja, un grupo que aparentemente incluía gays y travestis. O sea, que a la agresión machista debería agregarse el componente de un crimen de odio: la mata porque no soporta su grado de independencia, pero también porque no puede tolerar que converse con personas que asumen valientemente su identidad sexual, su diferencia.

En el residencial El Trébol, en Río Piedras, otro tipo le asesta varias puñaladas a una mujer que él jura que es propiedad suya. Están separados, pero el hecho de encontrarla junto a otro hombre es suficiente para que, armado de un cuchillo, le demuestre que él todavía es el machote de la casa. ¿Otro crimen pasional, verdad?



Leí que la fiscal del caso acusaría a este salvaje de agresión grave y no de tentativa de asesinato porque existe un atenuante poderoso: cometidos los hechos, el individuo llevó a la mujer al hospital. En otras palabras, la tasajeó, pero le llamó al médico. Dentro de dos días estará en la calle, mientras la víctima, que estaba entubada, deberá oír que el tipo no es tan malo porque al fin y al cabo llegó a la casa desarmado. El cuchillo que usó, lo tomó de la cocina de su ex pareja. Claro, había vivido allí y sabe que hay cuchillos. Es inaudito que, desde los propios tribunales, les pasen la mano a estos atorrantes, que es pasársela además a los que están a punto de caramelo, a ley de nada para matar a una mujer.

Otro agresor, esta vez un guardia municipal de Patillas, no ha tenido que esperar mucho para que lo pongan en la calle después de tirotear a su ex pareja. No sé qué clase de atenuantes tenía este, pero al fijarle $50,000 de fianza, estuvo preso una sola noche. Una sola por acabar con una mujer cuyo cadáver no había sido sepultado cuando él ya estaba tomando cocacola en su casa. ¿Qué mensaje están recibiendo los agresores potenciales, esos que ahora mismo maquinan el castigo que le darán a la desobediente?

Nadie les ha enseñado nada mientras están creciendo. Al contrario, la educación que reciben los varones, niños y adolescentes, está llena de prejuicios y de ideas de control. La propia madre (muchas veces no es ni siquiera el padre), le enseña al “varoncito” que su voluntad es ley en la casa; que la mujer (en este caso ella, la que tiene más próxima), está a su lado para complacerlo, y que las hembras son seres que han venido al mundo en actitud de sumisión y de inferioridad. Culicagados de 14 ó 15 años empiezan por insultar o amenazar a sus novias de la misma edad. Son los muchachos que luego, con 20 o 25 años, deciden que “a esa cabrona” le darán dos tiros.

La educación de género en las escuelas, que es lo único que ayudará a contener esto, sigue paralizada por culpa de los religiosos. Nosotros lo estamos permitiendo. Una cúpula de fundamentalistas, machistas ellos mismos, aprovechados de la miseria humana, se oponen a que se enseñe la igualdad. Y las mujeres siguen cayendo como moscas. A ellos qué les importa.

Tomado de El Nuevo Día
 

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